LAS REDES SOCIALES
La clave: las redes sociales
El éxito de su imperio evidencia, según Business of Fashion, una nueva realidad en el marketing de belleza: “Los influenciadores están aprovechando su poder como conductores de preferencias; los más astutos ya han deducido que si pueden hacer miles de dólares publicitando las marcas de otras personas, pueden hacer millones construyendo las propias”.
También hay otra poderosa razón del meteórico ascenso de Kylie Cosmetics: la misma Kylie. Forbes lo explica muy bien en su artículo al compararla con el fenómeno Donald Trump: “Productos de los reality shows, tanto Trump como Jenner entendieron cómo se puede aprovechar la fama: que son tanto marcas como personas y que la fama es solo otra palabra para el marketing gratuito”. Y es que según explica la revista, las redes sociales han llevado la popularidad a tal punto que un magnate inmobiliario se convirtió en presidente y una joven de 21 años de una familia “famosa por ser famosa” está cada vez más cerca al estado de multimillonaria al monetizar eso al extremo.
En realidad, Kylie no tiene que hacer mucho para ganarse esas grandes sumas de dinero: solo acudir a una de sus redes sociales y realizar una publicación de alguno de sus productos, tomarse una selfie con su propio maquillaje o hacer un rápido tutorial. De lo demás se encargan sus más de 111 millones de seguidores en Instagram y 25 millones en Twitter, sin contar los de Snapchat, los que siguen la cuenta de Kylie Cosmetics –que ya pasa los 16,6 millones– y las menciones de su familia y sus amigos.
Otra clave es la inmediatez de la producción. Es decir, Seed Beauty, la compañía que elabora sus cosméticos, es mucho más rápida que otras. “Produce un producto, luego fabrica, nombra, empaqueta y lo envía desde el mismo edificio: su sede en Oxnard, California. Son el equivalente en maquillaje de tiendas de fast fashion como Forever 21 o Uniqlo, lo que las hace perfectas para los adolescentes a quienes les gusta que todo suceda a la velocidad de Snapchat”, aseguró Vanity Fair en un artículo de octubre de 2016. Con Jenner, John y Laura Nelson desarrollaron la marca en solo seis semanas después de que ella se acercó a la compañía, tiempo récord para una marca de belleza.